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Son cada vez más numerosos los datos que demuestran que el ingreso y la permanencia de los jóvenes en la escuela y, en particular, de las niñas, disminuye decisivamente su vulnerabilidad al VIH. El mero hecho de asistir a la escuela de primaria reduce de modo significativo el riesgo de los niños a contraer el VIH. Cuando los niños permanecen en la escuela también durante la etapa de secundaria, el efecto protector de la educación contra el VIH es más pronunciado aún. Esto resulta especialmente importante en el caso de las niñas, pues con cada año de educación adquieren mayor independencia y formación para tomar decisiones que afectan a su vida, y disponen de un mayor potencial para obtener trabajo e ingresos; todos estos factores, en conjunto, contribuyen a proteger a los niños del VIH.